Muro
de
vez en cuando relámpago
tan
de repente
escombros
todo cuestión de
tiempo
si
al fin
la
cruz no es nada.
Con
la soga
se
tambalea el palo
bajo
el agua que se avecina
fluctúa
la perspectiva
y
el mesías oficia de trapecista
en
las riendas del centurión
–críptica
la
estampida en el barro
de
qué sirve
¿se sabrá algún día
lo
que allí se espera?
Al
cabo ni somos la misma especie.
Y por momentos
Y por momentos
desde
lo alto
un
graznido:
«no
serás perdonado
verás
crecer el desierto
y
se congelará la Historia
con
tus propias manos».
La
cruz no es nada
pero
la ausencia de retorno
obliga
a raras contorsiones
como
ahora
con
el café que estrangula el riñón
la ilusión de
extirpar
los
escombros.
Qué
más destino
ya
todo es tambalear
tragando
soga
y
rezando
por
que no se oxide el clavo.